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Capítulo Ocho – Las Plagas de la Tribulación

Currículo
Respuesta para Estudiantes
112
TEXTO: Apocalipsis 15:1; 16:1-21

ERNESTO CERRÓ su maleta de un golpe—su equipaje estaba completo. Mañana él estaría en camino para unirse con miles de personas jóvenes de todo alrededor del mundo occidental para entrenamiento en el ejército.
Él miró alrededor de su habitación. Por un momento se le hizo un nudo en la garganta mientras miraba fijamente la cama de su hermano . . . parecía una eternidad que Gabriel compartía esta habitación con él. Él no había cambiado mucho en la casa, aunque hacía más de tres años desde que su madre y padre y Gabriel se habían ido. De cualquier modo parecía que si él simplemente dejaba todo como estaba, algún día ellos podrían regresar.
Pero mientras miraba su equipaje, la dura realidad de las ocurrencias de los pocos meses pasados le venían encima otra vez. Él no quería dejar su hogar, pero el mundo estaba en problemas, y el líder mundial dijo que cada uno tenía que hacer su parte. El hambre estaba llegando a los Estados Unidos. Terremotos, enfermedades, y guerras habían causado un estrago horroroso, más de un cuarto de la populación mundial ya había muerto. ¿Cómo acabaría todo esto?
Por un tiempo, Ernesto había creído que a través de los esfuerzos del nuevo líder el mundo actualmente llegaría a ser un lugar pacífico. Él pensó atrás sobre los tres pasados años. Él se había graduado de la escuela secundaria y había empezado un trabajo. Las cosas no les habían ido tan bien a los de su clase que no habían tomado la marca. A ellos no se les permitió graduarse y no podían aplicar a trabajos. Los medios de noticia habían estado realmente en su contra. Aún aquellos que les habían dado comida y vestimentas a escondidas fueron acusados por estar en contra del nuevo líder quien había prometido tal paz y estabilidad al mundo. Cualquier esfuerzo a resistir sus intentos de unificar el mundo eran rápidamente corregidos.

VERSO CLAVE:
Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería  salvo. — Mateo 24:22

Luego el escenario político había cambiado. El líder hizo un tour mundial, y había sido bienvenido con brazos abiertos, hasta que fue a Israel. ¡Al parecer él había resuelto sus problemas, los apoyó en su resolución por un Israel libre e independiente, y animó a los Judíos de todo el mundo a venir a popularizar éste expansivo e impresionante país, pero esta vez él fue rechazado! Esta vez él excedió sus límites, él había entrado a su templo santo. Era el nuevo templo que ellos habían construido con el apoyo que él les había dado, pero airadamente él fue forzosamente echado fuera por los Judíos cuando él les dijo que le miraran a él como un salvador del mundo y que se olvidaran de adorar a su Jehová.
Según pasaron los días, Ernesto había descubierto que era más y más duro pasar por alto los problemas que comenzaron a ocurrir en otras partes del mundo. Mucha gente empezó a tener llagas dolorosas sobre sus cuerpos. Cuando Ernesto había ido a ver al médico a causa de una llaga en su propio brazo, el doctor hizo un comentario que realmente asusto a Ernesto. Ese comentario fue: “Entiendo que estas llagas les salen únicamente a aquellos quienes recibieron la marca en su cuerpo. ¿Te hace pensar, no es así?”
Un tiempo más tarde, Ernesto había oído que océanos se habían convertido en sangre, ¡y todo ser viviente en esas aguas murió! ¡Después fueron los ríos, y las fuentes de agua que se convirtieron en sangre! ¡Esto era horrible! La otra cosa que cambió fue el clima, se fue de un extremo a otro. El sol se puso tan caliente que la gente fue quemada con el gran calor. Luego, oscuridad parecía haber cubierto todo. ¿Qué estaba sucediendo?
¡En ese entonces, los medios de comunicaciones reportaron que el río Eúfrates se había secado!Por su puesto, esto proveía un acceso fácil a los ejércitos de las naciones orientales para invadir a Israel, pero . . .
De repente, a los líderes de todo el mundo se les dijo que reunieran sus ejércitos juntos a un lugar llamado Armagedón. Ellos debían prepararse para una gran batalla.
Abruptamente, Ernesto se sentó al lado de su cama y se cubrió la cara con las manos. Él sabía, con un sentimiento horroroso exactamente qué estaba pasando. El mundo estaba pasando por las experiencias de las plagas de la Tribulación, esos eventos horrorosos mencionados en el Libro del Apocalipsis, los que el siempre odiaba oír a sus padres y a Gabriel leer o discutir. Él había escuchado con suficiente frecuencia para saber que grandes terremotos todavía estaban por venir. Estos serían gigantescos comparados con el que él y su hermano, Gabriel, sintieron hace mucho tiempo atrás. Además, él recordó a su padre leyendo que habría tempestades de horrorosas tormentas con granizo que pesarían como cien libras cada uno.
Ernesto esperaba reportarse a sus deberes activos mañana. Hace tres días la oficina de inteligencia había verificado la información que un ejercito de 200 millones de soldados del oriente había comenzado a marchar hacia el Medio Oriente. Ejércitos gigantescos dieron apoyo a la “misión de guardar la paz” del líder para remover fuerzas problemáticas. Ernesto iba a ser parte de ese ejército, y él estaba totalmente temeroso con horror de lo que aguardaba el futuro.

ACTIVIDAD DE LECCIÓN: La Tribulación