FOREIGN LANGUAGES

Capítulo Cuatro – Prepárate

Currículo
Respuesta para Estudiantes
108
TEXTO: Mateo 24:36-44; Hebreos 9:28

ERNESTO AVENTÓ la puerta de su habitación, cogió su almohada y se tiró atravesado sobre su cama. Él tomó la revista deportiva que estaba sobre su mesita de noche. Ojeando las páginas, con el dedo pulgar trató de quitar su mente de la conversación que acababa de suceder.
“Así será justo antes de que el Señor regrese . . . justo antes de que el Señor regrese . . . justo antes de que el Señor regrese . . .” Las palabras de su padre hacían eco una y otra vez en su mente, mientras ojeaba las páginas sin verdaderamente verlas.
¡Yo sé que debo ser salvo! Pensó él. Algún día lo seré. Pero no me gusta que la gente me fastidie acerca de eso! Yo tengo planes. Yo quiero hacer cosas a mi manera. Hacer preparaciones para el Cielo tendrá que esperar. En un par de años, cuando termine la escuela . . . bueno, ese será tiempo suficiente.
Él volteó un par de páginas más. Ser salvo está bien para Gabriel, él parece estar lo suficientemente feliz, todo satisfecho. ¿Pero qué dirían los amigos si de repente yo me vuelvo un cristiano? ¡Seguro! Que ellos me harían pasar un mal rato.

VERSO CLAVE:
Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis. — Mateo 24:44

Sus pensamientos turbados fueron interrumpidos cuando la puerta de su habitación fue abierta, y Gabriel entró. Ernesto pretendió estar absorbido en la revista.
Caminando hacia el lado de la cama de Ernesto, Gabriel le dio un leve puñetazo en el hombro. “Oye, Ernesto, no te ofendas. Papá y todos nosotros sólo queremos asegurarnos que tú también llegues al Cielo. No fue su intención enojarte.”
Ernesto miraba la revista fijamente y actuó como si no hubiera oído a Gabriel. Gabriel estuvo en silencio por un momento, luego se movió y se sentó al borde de su propia cama. Él suspiró. “¡Comprendo, que estas enojado. Pero el hecho todavía permanece, el Señor puede venir mañana, y tú no estas preparado!”
Ernesto tiró la revista al suelo, puso sus pies a un lado de su cama, y fijando la vista sobre su hermano le miraba gravemente. “¡Tú, también! ¡Ya estoy hasta aquí con todos ustedes! ¡Sólo lo que oigo en esta casa es cómo debo estar preparado!”
“Está bien, déjame decirlo de esta manera,” respondió Gabriel. “Piensa atrás en el terremoto de ayer. No teníamos ni la menor idea de que iba a ocurrir, por supuesto, pero si lo hubiéremos, ¿qué hubiéramos hecho diferente?”
Su hermano encogió los hombros. “No sé. De seguro, no hubiéramos ido al Centro Deportivo del Señor Rivera. Probablemente yo hubiera buscando algún lugar de refugio seguro o algo.”
Gabriel estuvo de acuerdo. “¡Correcto! Si hubiéramos sabido lo que venía, el no prepararnos sería insensato.” Él hizo una pausa por un momento. “¿No ves, Ernesto? Es lo mismo con la venida del Señor. La Biblia nos dice que no sabemos el día ni la hora cuando el Señor vendrá.”
“Pero sí nos dice qué podemos esperar justo antes de que Él venga. Las cosas que estuvimos leyendo en el diario esta mañana son señales. No fuimos advertidos de que ese terremoto venía. Pero sí tenemos advertencias que indican que Jesús puede venir en cualquier momento.”
“¡O, ya déjate de tonterías!” Se burlaba Ernesto. “He estado oyendo eso desde que pudo recordar, que Jesús puede venir cualquier día. Lo han estado predicando por cientos de años. Estoy seguro que aun queda mucho tiempo.”
Gabriel suspiró y le dio una mirada turbada a su hermano. “Es ésa actitud exactamente que nos tiene a todos preocupados por ti, Ernesto. ¿Cómo te sentirías si te quedarás detrás cuando suceda el Rapto? Tú sabes, al igual que yo, la Escritura acerca de que dos estarán juntos, uno será tomado y el otro será dejado. Tú has asistido a la Escuela Dominical y a la iglesia toda tu vida, y sabes la importancia de ser salvo y estar preparado para la venida del Señor. Estás tan seguro que no sucederá ahora. Bien, recuerda que la Biblia dice que: ‘en la hora cuando no penséis el Hijo del hombre ha de venir.’”
Hubo silencio por un momento. Luego, con un movimiento de hombros, Ernesto se puso de acuerdo. “Estás en lo cierto, Gabriel. Sé que yo debo ser salvo. Pero no ahora. Mejor otro día . . .”

ACTIVIDAD DE LECCIÓN: Una Nota Acerca de Estar Preparado