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¡Un Ganador!

Currículo
Respuesta para Estudiantes
53
TEXTO: 1 Pedro 5:5-6; Lucas 14:7-11; Proverbios 29:23

¡Tomás finalmente aprendió que con la ayuda de Dios él podía ser un ganador!

TOMÁS TOLEDO tenía una falla. Él creía que él era mejor que los demás. Su habilidad en los deportes lo hicieron un líder automáticamente, pero él siempre se jactaba de lo que podía hacer. Tomás aprendió en la Escuela Dominical que la Biblia dice: “Dios resiste al altivo, y da gracia al humilde.” Pero él siempre ganaba y le era difícil no sentirse un poco mejor que los demás.
Un día unos de sus amigos se reunieron y conversaron sobre esa situación. “Tomás piensa que es él mejor de todos,” dijo Alejandro. “Creo que es tiempo que le enseñemos una lección. ¿Qué dicen?“
“Sí, dijeron todos.”
“Él se merece una buena remojada en el río,” dijo David. “Vamos chicos, piensen en algo mejor.” Alejandro interrumpió. “¡Yo tengo una idea! ¿Por qué no tratamos de ganarle en el torneo de fútbol americano del concurso Big Mac?” Voy a comenzar a practicar todas las noches mis pateadas. David, tú tienes una buena mano, puedes tirar bien lejos. ¿Por qué no practicamos todos unas horas extras? Daniel, tú ocúpate de tus pateadas. Estoy seguro de que puedes ganar. La última vez tú pateaste sólo nueve pies menos que él. Eso le demostrará que él no es tan grande. “¿Qué dices?”
“Me parece buena idea,” dijo David. Los otros se pusieron de acuerdo también.
Durante los días que siguieron, los chicos pasaron mucho tiempo practicando para su propio evento. Finalmente el día del torneo del Big Mac llegó. Todos los chicos estaban emocionados. Ellos sabían que cada ganador obtendría un trofeo del Big Mac, más una hamburguesa y una leche malteada gratis.
Temprano esa mañana, Tomás le llamó a Alejandro diciéndole que llegaría a las 9:00 de la mañana para recogerlo. “¡El concurso comienza a las 10:00, y no queremos ¡llegar tarde!” Dijo él.
“Vamos a recoger a David y a Daniel también,” dijo Alejandro.
“Esta bien,” respondió Tomás, “pero no sé por qué vienen. No van a ganar.”
“Bueno, ellos están planeando en ir,” dijo Alejandro, “de modo que debemos pasar a recogerlos.”
“Bien, bien, te veré a las 9:00.” Después que Tomás colgó el teléfono, él corrió a su habitación a buscar sus zapatos de fútbol americano y soporte de pateo.
Estas competencias van a ser fáciles, él pensó. No creo que necesitaré entrar en calor. Su mente pasó por los eventos que ocurrirían ese día. Se imaginaba pasando y pateando la pelota más lejos que los demás. Él se visualizó en la plataforma de los ganadores. ¡Qué orgulloso iba a estar!
Él se deslizó por las escaleras y corrió hacia la cocina. Agarrando un banano le llamó a su mamá, y le dijo: “No necesito un almuerzo hoy. Probablemente tendré dos o tres hamburguesas después del torneo. Te veré más tarde.”

VERSO CLAVE: Jesús, ayúdame a caminar humildemente.
Humillaos delante del Señor, y él os exaltará. — Santiago 4:10

Mientras los chicos llegaban al parque se dividieron para inscribirse para los diferentes eventos. Alejandro se apuntó para el concurso del pateo, mientras David se apuntó para la pasada. Daniel iba rápidamente al camino para entrar al lugar del pateo inicial. Pronto estaban juntos de nuevo. “¿Ya te apuntaste, Tomás?” Preguntó Alejandro.
“Sí, voy a entrar en los tres juegos. Si gano, me imagino que eso será toda la comida que yo podré comerme en un solo día.”
“¡Buena suerte!” Dijo Alejandro, mientras les apachó el ojo a los otros chicos. Justamente en ese momento escucharon: “¡Tiempo para comenzar el evento de pateo inicial!” Sonó la voz por el altoparlante. “Tomás Toledo pateará primero.” Hay muchos chicos aquí hoy día, pensó Tomás para sí mismo, mientras se movía a la línea de 10 metros para colocar la pelota cuidadosamente sobre el soporte de pateo, pero eso no me preocupa, estoy seguro que no tendré ningún problema en ganar.
Tomás no había contado con lo que sucedió después.
Mientras él corría hacia la pelota para hacer su primer intento, no se dio cuenta de un estrecho pero profundo hoyo en el césped. Su pie quedo atrapado torciéndose el tobillo, lo que lo obligó a caerse al suelo. Luego Tomás sintió dolor en su tobillo. “¡Oh, mi tobillo!” Gritó Tomás. “Creo que me torcí el tobillo. Quizá me lo quebré.” Rápidamente algunos de los paramédicos vinieron, y lo cargaron hacia una banca en la orilla donde lo examinaron. “Alguien, llame a sus padres,” dijo uno de los hombres. “Yo me quedaré aquí con Tomás. Díganle al próximo concursante que continúe y que patee.”
Tomás estaba enfermo. ¡Su tobillo le dolía terrible-mente y ya se estaba comenzando a hinchar. Ahora él no iba a poder competir en ninguno de los juegos! ¿Por qué tuvo que suceder esto ahora?
Pronto los padres de Tomás vinieron y lo recogieron. Más tarde ese día, Alejandro, David, y Daniel se fueron a la casa de Tomás para ver cómo seguía.
“¿Cómo está tu tobillo?” “¿Te lo quebraste?” Preguntó David.
“No,” dijo Tomás. “Sólo me lo torcí demasiado.” “¿Cómo estuvieron las competencias?”
“Bueno,” comenzó Alejandro. “David obtuvo el primer lugar en la competencia de pasar la pelota. Daniel ganó en el pateo inicial.”
“¡Estas bromeando!” Dijo Tomás. “¿Qué tan lejos pateaste?”
“Catorce metros, dijo Daniel, “ocho más que los otros chicos. ¿No es eso aun más de lo que tú hayas hecho alguna vez Tomás?”
“Bien, bien, les diré.” Dijo Tomás. “¿Y que tal tú Alejandro? ¿Ganaste el concurso de pateo?”
“No, pero obtuve el segundo lugar.”
“Wow, realmente eso está muy bueno chicos. ¿Saben que? Desde que he estado acostado aquí, he estado pensado mucho. Yo creo que Dios permitió que esto sucediera para enseñarme una lección. Tal vez no soy tan bueno como me gustaría pensar. Dios me ha estado mostrando que Él no ha estado muy contento con todo el orgullo que yo he tenido.” “Sabes algo Tomás, nosotros te queríamos enseñar una lección el día de hoy. Hemos estado practicando mucho los últimos sábados de modo que pudiéramos ganarte hoy. ¡Quizá Dios tampoco estaba contento con nuestra actitud! Creo que eso nos ha enseñado a todos una lección,” dijo Alejandro.
“Bueno, le voy a pedir al Señor que me ayude a ser mejor desde ahora en adelante,” dijo Tomás. “Ustedes déjenme saber si mi cabeza comienza a ponerse demasiado grande para mi sombrero.”
“Esta bien, Tomás, de seguro que lo haremos. Quizá podamos todos ayudarnos unos a los otros.”
“Gracias,” dijo Tomás, “estoy muy contento de que ustedes vinieran chicos.”

ACTIVIDAD DE LECCIÓN: Mensaje Dando la Vuelta