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¡Suficiente Para Todos!

Currículo
Respuesta para Estudiantes
168
TEXTO: 1 Reyes 17:1-16; Mateo 14:15-21

Apenas podía creer lo que mis ojos veían, cuando vi las canastas de comida que sobraron.

CREO QUE MI MADRE nunca olvidara el almuerzo que ella preparó para mi algunas semanas atrás—dos pecesillos, y cinco panes de cebada. ¡Mis favoritos! Después que le conté todo lo que sucedió ese día, ella se rió y dijo que tal vez yo estuve en el sol por mucho tiempo. Luego vinieron los vecinos y comenzaron a hablar de los grandes milagros y ¡ella comenzó a escuchar! Déjenme contarles.
Cuando escuchamos que Jesús estaba en el desierto fuera de nuestro pueblo, algunos de nosotros decidimos ir para escucharle. Yo lo había escuchado una vez antes, y me gustó mucho. Él cuenta varias historias graciosas y usualmente le sigue una gran multitud.
Yo no sabía cuando iba a regresar a casa, por lo tanto mi madre me preparó un almuerzo. Mis amigos y yo nos fuimos temprano. Aun así, el camino estaba lleno de gente de todo los alrededores. Todos iban a escuchar a Jesús hablar. Se hacía imposible caminar entre la multitud, pero lo logramos, y le llevamos la delantera a muchos. ¡Por lo que conseguimos asientos detrás de Jesús y sus discípulos! Cuando Jesús nos vio extender nuestros paños para sentarnos, su sonrisa fue amplia.

VERSO CLAVE: Gracias Señor por todo lo que me has dado.
Bueno es alabarte, oh Jehová. — Salmo 92:1

A pesar de que había una multitud grande al momento cuando Jesús empezó a hablar, hubo silencio. Aun los niños pequeños se sentaron tranquilos para escucharle. ¡Pero algo sucedió! Un hombre paralítico de nuestro pueblo llegó donde estaba Jesús, ¡y de un momento a otro vi al hombre riéndose y corriendo! Así por así. Luego llegaron más enfermos, algunos ciegos y algunas madres con sus bebés. Jesús estaba allí con sus manos extendidas hacia ellos tocándolos y sanándolos.
Te digo la multitud estaba muy emocionada. Estaban dando gracias a Dios y cantando himnos. Algunos reían, otros lloraban. Jesús parecía saber lo que cada quién necesitaba en su corazón. Mis amigos y yo estabamos allí sentados mirando todo. Nadie quería dejar el lugar—¡era demasiado estimulante!
No fue‚ hasta que el sol se ponía que me acorde de mi almuerzo, y me di cuenta de que  tenía mucha hambre. ¡Las horas y horas habían pasado y yo había olvidado el almuerzo! Mientras yo miraba en los alrededores buscando un lugar para irme a comer, el niño quien estaba detrás de mí le dijo a su madre que tenía hambre. Le oí decirle que ella no trajo comida, e inmediatamente el comenzó a llorar.
Vi algunos de los discípulos de Jesús hablar entre si. Yo oí lo que decían. Ellos decían: “La gente tiene hambre. ¿Deberíamos decírselo al Maestro?” Uno de ellos fue donde Jesús y dijo: “Ha pasado la hora del almuerzo y no hay nada aquí para darle a la gente para comer. Debemos mandarlos ahora para que vayan a comprar algo de comer.”
Ahí fue‚ cuando yo salté con mi mochila polvorienta conteniendo los panes y peces en mi mano. Halé la manga de uno de los discípulos. “Aquí hay comida. Tal vez pueda usarla.” Él me miró por un momento con una cara de sorpresa. Luego sonrió. “Tal vez,” él dijo en voz baja.
Y apartándose de los demás discípulos fue‚ donde Jesús. Hablaron por un momento, luego vi a Jesús inclinarse sobre la mochila y la abrió.
Fue entonces cuando vimos el milagro con nuestros propios ojos. Lo que vi luego fue que los discípulos estaban repartiendo pan con pez a todos los que estaban alrededor de Jesús. En unos momentos estabamos sentados comiendo de los panes hechos de cebada que mi madre hizo. Un canasto grande de mi pequeño pez les era entregado a todos aquellos que rodeaban a Jesús. ¿Ahora como podemos explicar esto? Nos traían la comida y yo comía y comía hasta llenarme y de igual manera todos los que estaban en mi alrededor. Hasta sobraron doce canastas con comida.
Jesús sabía lo que necesitábamos—¡y no los dio a través de un milagro! Y por días toda la gente ha estado hablando de esto. Una cosa es segura. Si Jesús tiene cuidado de nosotros para darnos comida a tantas personas, yo sé que el cuidará de mí.

ACTIVIDAD DE LECCIÓN: Él Proveerá