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Dios Me Enseñó una Lección

Currículo
Respuesta para Estudiantes
164
TEXTO: Éxodo 13:17-22; 14:19-31

Yo pensé que podía dirigir mi propia vida, pero cuando nuestro día de pesca casi terminó en un desastre, Dios me enseñó una lección.

COMENZÓ con un día ordinario. Rafael, Daniel y yo habíamos estado planeando hace varias semanas un día de pesca de salmón, y estábamos alegres cuando salímos en la lancha Paola Susana. El sol brillaba y una brisa suave nos empujaba mientras navegábamos hacia el mar.
La mañana nos trajo pocos resultados de manera que al mediodía decidimos soltar nuestras cañas de pescar para almorzar. Buscamos en la heladera, sandwiches de tuna, y un poco de café calentado en la estufa.
“Oigan, vamos mas a dentro para probar nuestra suerte” sugirió Daniel. Rafael y yo escudriñábamos el horizonte. Noté que las olas comenzaban a subir mientras la brisa arreciaba más. ¡Pero no había nada que podría causar un problema a pescadores expertos como nosotros!
Mientras nos alejábamos más y más en el Océano Pacífico, la conversación de Rafael y Daniel tomó una dirección con la cual yo no podía identificar. Daniel hablaba de como Dios le había guiado a hacer cierta decisión, y cuanto el dependía de la guianza del Señor. Yo di un suspiro de disgusto y les voltié la espalda, pero no me hacían caso. Decidí no ponerles más atención.

VERSO CLAVE: Jesús es mi guía.
Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos. — Salmo 32:8

Hace mucho que decidí que no necesitaba a Dios, por tanto no quería que me dijera lo que debía hacer. ¿Cómo podría Él saber lo que yo quería hacer con mi vida? Yo podía manejar mis asuntos sin la dirección o ayuda de Él, yo estaba seguro de eso.
Un viento furioso dió de sopetón e inmediatamente puse atención a lo qué sucedío a mi alrededor. Llegué a la conclusión de que la brisa que soplaba cuando nos echamos al mar se estaba convirtiendo en una tormenta. Rafael y Daniel se dieron cuenta al mismo tiempo, y su conversación terminó abruptamente y de inmediato comenzamos a sacar nuestras cañas de pescar del mar. En cuestión de minutos las olas comenzaron a embestir a nuestro alrededor. El deseo de pescar se fue y nos concentramos en llegar a la costa.
Una ola acompañada por un sonido aterrador me hizo correr a la popa de la lancha. Con horror vi que el tanque de gasolina se había despegado de su base. Lo que significaría que tendríamos que cerrar el paso de combustible a los motores. Un fallido en los motores significaría un desastre seguro en un mar agitado. Les grité a los otros dos, pero ellos estaban ocupados en la proa de la embarcación, y el rugir de los vientos hacía imposible que me oyeran.
¡Entonces sucedió un desastre! Una de las máquinas dejó de funcionar.
Yo estaba completamente paralizado de miedo. Yo estaba desconcertado, veía en dirección del motor que se había silenciado: simplemente no sabía que hacer.
De inmediato me llegó a la mente una pregunta: ¿Podría yo decidir cómo salir de esto, o estaba listo para pedirle ayuda a Dios?
La lancha comenzó a dar sacudidas como un animal y la gasolina del tanque que se había desprendido me salpicó en los brazos. Una escena irremediable y sin recurso me abatió
“¡Oh Dios ayúdame!” yo grité, sin importarme que el mundo entero me oyera. En ese instante comprendí que realmente necesitaba de alguien para guiarme. La situación estaba más allá de mí control.
Pensé que íbamos a morir. Pero de repente me pareció como si oía una voz hablándome, sabía que tenía que hacer. Desconecté la estufa, porque el combustible que se había salpicado podía estallar nuestra lancha, cómo una bomba, en pocos segundos. Amarré el tanque de combustible. Luego traté de ayudar a Rafael y Daniel a maniobrar la lancha hacia la costa con un solo motor.
No lo podíamos hacer. Habíamos perdido el poder del timón. Parecía como que una mano invisible se hizo cargo, y una ola grande embistió sobre nosotros, pero en ves de aplastarnos, nos arropó y giró la proa hacia las olas, y luego nos dio un empuje hacia la costa.
Llegamos a salvo ese día. Y aprendí una lección que nunca he olvidado, necesito a Dios para que controle mi vida y sea mi guía.

ACTIVIDAD DE LECCIÓN: Una Luz Guiadora