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Una Luz Brilladora

Currículo
Respuesta para Estudiantes
146
TEXTO: Mateo 5:14-16; Daniel 6:1-28

La responsabilidad de vivir una vida cristiana en el trabajo se le hizo difícil a Lorenzo. Él deseaba ser una luz brilladora.

NO EXISTIAN DOS FORMAS de hacer esto, Lorenzo estaba muy nervioso cuando pensaba sobre el inicio de su nuevo trabajo en el supermercado el sábado.
No era el trabajo, estaba seguro de que podría realizarlo. No eran las personas con las que estaría trabajando. Lorenzo siempre se llevaba bien con las personas y normalmente no le era difícil conocerlas. El problema vino cuando él pensó en tener que inclinar su cabeza y agradecerle al Señor por su almuerzo, delante de todos esos muchachos con los que estaría trabajando.
Lorenzo se sentó a la orilla de su cama y comenzó a discutir con él mismo. ¿Por qué me estoy preocupando por una cosa como esa? Tal vez ni lo notarán y probablemente no dirían nada si me miran. ¿O le harían preguntas?
Suspiró. Esta forma de pensamiento no estaba ayudándole para nada. ¡Quizás debería orar sobre este asunto! Se arrodilló al lado de su cama y empezó a hablar con Dios.
“Señor, tú sabes todas las cosas que he estado pensando estos últimos minutos. Probablemente es algo tonto molestarte a ti por esto, pero no puedo sacarlo de mi mente.” Hizo una pausa por un momento, y luego dijo: “Estoy tan agradecido por el día en que me salvaste. Les quiero demostrar a los demás que grandioso es ser un cristiano. Pero es difícil cuando las personas se burlan de mí, y tengo miedo de que lo hagan mañana. Por favor, te pido que me ayudes a hacer la cosa correcta.”

VERSO CLAVE: “Dejaré brillar mi luz.”
Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. — Mateo 5:16

El sábado, la mañana parecía pasarse rápidamente mientras Lorenzo se acostumbraba a la rutina de su nuevo trabajo. Unos minutos antes de su descanso para el almuerzo, Benjamín, uno de los otros muchachos, pasó a Lorenzo con un camión lleno de cajas de manzanas. “Tan pronto que termine de descargar esto en el contador de producto agrícola, me dirigiré al cuarto de atrás. ¿Trajiste almuerzo?” Después que Lorenzo asintió la cabeza, Lorenzo le dijo: “Te veré allí entonces.”
Los latidos del corazón de Lorenzo comenzaron a acelerarse. ¡Bueno llegó el momento! “Gracias, y que tenga un buen día,” le dijo automáticamente a la mujer cuya comida había terminado de cargar. Le hizo una señal a Jorge, el muchacho quien le reemplazaba mientras tomaba su descanso, y fue a agarrar su almuerzo.
Después de unos minutos se sentó en el asiento que Benjamín le había apartado en la mesa de almuerzo de los empleados en el cuarto de atrás. Despacio él abrió su bolsa de almuerzo. Sacó su sándwich y lo colocó sobre una servilleta delante de él. Sacó una manzana y la colocó al lado del sándwich. Sacó una bolsa de papas fritas y la abrió. Luego, inclinó su cabeza y oró.
Probablemente no fue la mejor oración o la más elocuente que había orado alguna vez, y Lorenzo sería el primero en confesar que no era muy ferviente, pero estaba determinado a comenzar haciendo lo correcto.
Incluso antes de levantar su cabeza él podía darse cuenta del silencio a su alrededor y sentía que los demás lo miraban. Pero cuando levantó la cabeza, Benjamín y los otros dos muchachos se hicieron los locos y hicieron como que si estaban ocupados con sus bolsas de almuerzo. Luego dos de ellos empezaron a hablar a la vez y enseguida ese momento la tensión pasó. El descanso del almuerzo se  pasó rápidamente y Lorenzo regresó a trabajar con una sensación de satisfacción interna. Había saltado la primera valla.
Unas semanas después, Benjamín y Lorenzo se alistaban para irse del supermercado. “Si que ha sido un día difícil ¿no es así? A veces es difícil mantenerse tranquilo cuando las personas parecen fuera de sí o te gritan que te des prisa con sus compras.” Vaciló por un momento, luego continuó: “Noto que tomas este alboroto con la calma necesaria, Lorenzo. Nunca te he visto enfadado.”
Lorenzo miró a Benjamín. “Soy un cristiano, Benjamín, el Señor me ayuda . . . ”
No caminó mucho cuando Benjamín le dijo: “¡Así lo pensé!” “¡Me di cuanta de eso cuando oraste por tu comida el primer día que empezaste a trabajar aquí! Y observándote estas últimas semanas estuve más seguro de eso.”
Lorenzo sintió que se iluminaba por dentro. Quizá nunca será un gran misionero en el África o en la China, pero habían personas a su alrededor quienes necesitaban saber que podían tener una vida feliz en Jesús. De repente recordó un pasaje de la Escritura. “Vosotros sois la luz del mundo.” Era su responsabilidad que las personas se enteraran que él pertenecía a Jesús y ¡lo logró!

ACTIVIDAD DE LECCIÓN: Esta Lucecita Mía