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Una Decisión Difícil

Currículo
Respuesta para Estudiantes
148
TEXTO: Mateo 6:1-4; 2 Corintios 8:1-15

¿Deberá practicar con Roberto o deberá ir a esquiar este fin de semana?

HUGO REBOTABA EL BALÓN CONTRA EL SUELO. Tun, Tun, Tun. El ruido resonaba por todo el gimnasio vacío. Un par de pasos más y estaba en la línea de tiro libre, después, el lanzamiento. ¡Lo encestó!
Se volteó para pasarle el balón a Roberto. Su puntería fue exacta, pero el balón se le pasó entre la mano extendida de Roberto.
“Tienes que mover tu silla más rápidamente, Roberto. Necesitas casi anticiparte al camino balón. Entonces no perderás tu equilibrio cuando la alcances. Ensayemos ese pase de nuevo.”
Hugo recibió el balón a media cancha y lo pasó de nuevo. Roberto se avanzó con gran energía esta vez, con determinación a pesar del estorbo que representaba su silla de ruedas. ¡Demasiado! El balón rebotó contra su pecho antes que sus manos pudieran agarrarlo.
Juntos comenzaron a reírse. La pasaban muy bien juntos, estos dos, Hugo pasando por toda la energía reprimida de un muchacho saludable de catorce años y Roberto ansioso de lograr cosas más allá de los límites de su silla de ruedas.
Roberto sólo tenía siete años cuando un accidente automovilístico lo dejó paralizado de la cintura hacia abajo. La frustración que él había sentido en los últimos siete años había sido olvidada un poco con la alegría de rebotar el balón y disparar a las canastas. Los últimos seis meses habían sido muy buenos.
Este otoño pasado había dejado la escuela para niños impedidos y había entrado en la escuela secundaria de su vecindario. La vida normal había sido un desafío. Ya no más existirían los tratamientos especiales. Los niños eran directos. Algunos eran poco considerados o crueles, pero la mayoría de los chicos realmente eran buenos con él. Hugo era uno de los buenos.
Hugo era presidente del estudiantado, y era estimado por los demás en la escuela. Él era un cristiano. Roberto sabía esto por sus acciones. Hugo había mostrado un interés real por Roberto desde el principio del año, y su amistad realmente había hecho fácil el camino para Roberto. Y a ambos les encantaba el baloncesto también.

VERSO CLAVE: ¡Quiero estar vigilante! “Te sentirás feliz si compartes.”
De gracia recibisteis, dad de gracia. — Mateo 10:8

Hoy día estaban practicando muy duro en perfeccionar la habilidad de Roberto de atrapar los pases del balón. Era una sesión de práctica importante para ellos. Roberto tenía sólo una semana más antes de entrar en los Juegos Olímpicos para los Inválidos. Así que en cada entrenamiento realmente estaba esforzándose.
Esa noche cuando Hugo llegó a casa su mamá le dijo que Carlos le había llamado.
“¿Qué quería? ¿Lo mencionó?”
“No, pero él parecía muy emocionado. Quería que le llamaras en cuanto llegaras a casa.” Su madre contestó.
Hugo puso el balón en el piso de la cocina y agarró el teléfono. “¿Hola Carlos?” Le preguntó cuando oyó la voz de su amigo. “Mamá dijo que me llamaste.”
“Hugo, no creerás nuestra buena suerte. Mi tío nos alquiló a nosotros los muchachos una cabaña debajo de la posada. Podemos llegar el viernes por la noche, esquiar todo el fin de semana hasta el lunes, ya que no hay clases el lunes. No tendremos que venirnos a casa hasta el lunes por la noche. Dile a tu mamá que mi tío también irá, él nos cuidará. ¿Hugo, puedes venir, verdad?”
“Bueno, pienso que sí.” Dijo Hugo un poco inseguro. Pero una sensación desagradable estaba invadiéndole. “Carlos, después te vuelvo a llamar, déjame saber con seguridad.”
Hugo se sentó al lado del teléfono con su cabeza escondida entre sus manos. ¿Qué haría? No tendría ningún problema que sus padres lo dejarán ir estarían de acuerdo en que aprovechara esta oportunidad, y además confiaban en el tío de Carlos, uno de los líderes jóvenes de la iglesia.
¿Entonces cuál era el problema? El problema era que Hugo ya tenía un compromiso con Roberto para practicar todo lo que fuera necesario este sábado. Era la última oportunidad de practicar antes de los Juegos Olímpicos para los Inválidos. ¿Cómo podría decirle a Roberto que se iría de vacaciones?
Su madre entró a la cocina y notó la expresión preocupada en la cara de Hugo. “¿Qué sucede, Hugo?” Ella le preguntó, un poco preocupada. Suspirando, él le explicó la situación.
“Hugo.” Comenzó su madre. “¿Le importaría realmente tanto a Roberto? Estoy segura que él comprendería.”
“Sí, ¡eso es lo que pasa! Sé que lo comprendería. De hecho, si le digo sobre esto él insistirá en que yo vaya.”
“Entonces, ¿cuál es el problema?”
“Mamá, hice una promesa. Roberto no tiene a nadie con quien practicar sólo me tiene a mí y esto es muy importante para él. La verdad es que no sé qué hacer . . . ” Su voz se fue desminuyendo.
El zumbido del motor del refrigerador era el único sonido en la cocina.
¿Qué piensas tú que Hugo debe hacer? Escribe tu propio final a esta historia.

ACTIVIDAD DE LECCIÓN: ¿Qué Puedo Dar?