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Las Palabras de Dios

Currículo
Respuesta para Estudiantes
8
TEXTO: Éxodo 20:1-26, Eclesiastés 12:13-14

Un gran Dios le habla a un hombre humilde a través de una zarza ardiendo.

GILDEAH SE ARRODILLÓ cerca del fuego, la comida que su madre le había dado aún sin tocar. Los eventos de las horas pasadas pasaron corriendo por su mente en cierta confusión. Él miró a su padre que estaba sentado inmóvil con las huellas de concentración reflejadas en su rostro. ¿Podría su padre explicarle lo que acababa de escuchar?
Él se levantó y caminó hacia su padre, y al llegar allí se arrodilló delante de él. “¿Podrías decirme padre?” Preguntó Gildea en voz baja. “¿Puedes explicarme las palabras de Dios? ¿Qué son estos mandamientos que Él nos ha entregado a través de Moisés?”
Por un momento su padre quedó inmóvil. En esos momentos de silencio, Gildea sintió una vez más el temor reverente que le había sobrecogido cuando el trueno cruzó el desierto donde habían acampado. A través del reflejo de la luz del fuego casi podía ver de nuevo la luz del relámpago que había partido el cielo. Parecía venir de la montaña donde Moisés y Aarón habían subido para oír las palabras de Dios. Por fin su padre habló: “Moisés le dio a nuestro pueblo los mandamientos de Dios. Sentimos temor cuando vimos la luz del relámpago, y escuchamos el ruido del trueno, y el sonido de trompetas, y vimos el monte humear. Nos apartamos lo más posible del monte mientras Moisés hablaba con Dios. Por medio de él, conocimos la voluntad de Dios para nuestro pueblo. Sabemos las cosas que debemos y no debemos hacer. Tenemos la promesa de Dios de que Él vendrá a nosotros y nos bendecirá si guardamos sus palabras.”

VERSO CLAVE: Me gusta obedecerle a Dios.
Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo. — Salmo 119:165

Varios miles de años después: “Simplemente no sabía que decirle a él, papá,” dijo Gilberto con lentitud a su padre. “Cuando Jasón me preguntó por qué no hice trampas en el examen, como hacían los demás. Le dije que debemos obedecer la Palabra de Dios. Me preguntó que significaba eso, y le dije que la Biblia dice que no debemos robar, y cuando hacemos trampas en los exámenes es lo mismo que robarle la respuesta a otra persona . . . ” Su voz se iba apagando mientras observaba su cena que no había sido tocada. “No estoy seguro cual es el problema hijo,” dijo su padre mientras levantaba la cabeza, un poco desconcertado. “Pero esa parece ser una buena explicación. ¿Te dijo algo más?”
“Bueno, me preguntó que por qué es tan importante seguir un montón de reglas que fueron escritas hace miles de años. Él sabía que no robar, es uno de los diez mandamientos. Pero él dijo que las leyes que Dios le dio a Moisés fueron para ese tiempo; de modo que no tenemos que obedecerlas. Esta es la parte que no sabía cómo contestarle.”
Su padre sonrió levemente. “Bueno, Jasón estuvo correcto sólo en una cosa. Los diez mandamientos fueron parte de las leyes que Dios le dio a Moisés para los hijos de Israel. Pero no significa que nosotros no tenemos que obedecerlas hoy . . . bueno, las mismas guías para nuestras acciones y comportamiento fueron dadas de nuevo en el Nuevo Testamento.”
“¿Todos?” Preguntó Gilberto.
“Todas excepto el cuarto mandamiento. Después que Cristo resucitó de los muertos en el primer día de la semana, los cristianos de la Iglesia Primitiva hicieron este día su día de adoración en vez del séptimo día.”
Gilberto se  miró pensativo. “Pero Papá, no recuerdo haber leído una lista de mandamientos en el Nuevo Testamento. ¿Dónde se encuentra?”
“No fueron dados cómo se les dieron a los hijos de Israel, pero cada uno de los mandamientos están declarados de nuevo en las enseñanzas de Jesús y de sus discípulos. De hecho, en Mateo 5:17 Jesús mismo dijo: ‘No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir.’ Ves Gilberto, cuando Jesús murió en el Calvario fue nuestro sacrificio perfecto. No había necesidad para que el hombre guardara la ley por medio del sacrifico de animales para pagar sus pecados. Pero las leyes que instruían a las personas de cómo vivir en armonía con Dios seguían teniendo efectividad. Y debemos seguir las instrucciones de Dios si queremos vivir en paz con Él.”
Gilberto miró seriamente a su padre. “Instrucciones cómo no robar, ¿correcto Papá?”
“Eso es correcto, Hijo.”
Gilberto pensó en esto por un momento, luego tomó su tenedor. “¡Bueno, mejor me como mi cena! Me siento mucho mejor ahora. Yo creo que puedo explicárselo a Jasón si me pregunta de nuevo.”

ACTIVIDAD DE LECCIÓN: La Verdad en Acción