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¿Dónde Estabas?

Currículo
Respuesta para Estudiantes
4
TEXTO: Génesis 6:5-22; 7:1-24

Carmela entró cuidadosamente por la puerta esperando que su madre no le preguntara, ¿Dónde Estabas?

KARMELA CERRÓ LA PUERTA del frente con cuidado. Tal vez si pudiera llegar a su habitación sin hacer ruido, su mamá no la hubiera oído, ni le preguntaría dónde estaba.
Pero no funcionó. Justamente al llegar a la puerta del pasillo, su madre apareció por la puerta de la cocina.
“¡Carmela!” ¡Llegaste muy tarde! ¿Tuviste alguna razón para quedarte tan tarde después de clases?”
“¡OH . . . sí!” Carmela dijo, aprovechando la excusa ofrecida. “Yo . . . bueno, me quedé hablando con el Sr. Evert acerca del examen del viernes.” Después de comenzar una  mentira, era fácil ampliarla. “No entendía algunas de las notas que él nos había dado, y pensé que era mejor preguntarle antes del examen.”
Su madre asintió: “Está bien querida. Sólo estaba un poco preocupada. Bueno, la cena estará lista en media hora.” Y con eso se regresó a la cocina.
En su habitación, Carmela prendió el radio, pero esto no pudo silenciar la voz de su conciencia. Desobedeciste a tu mamá, seguía diciéndole y, además, le dijiste una mentira. Bueno, ¡y qué! Discutió consigo misma. Quería ir y mamá jamás lo sabrá. Carmela estaba tan entretenida con sus pensamientos que no escuchó cuando sonó el teléfono. No sabía que su mentira había sido descubierta, hasta que su mamá subió a su habitación unos minutos después.

VERSO CLAVE: Dios hizo una vía para salvarme.
Mas la descendencia de los justos será librada. — Proverbios 11:21

“Carmela, era el Sr. Arcillo de la cafetería. Llamó para decir que dejaste tu libro de historia cuando pasaste por allí con tus amigas esta tarde después de clases.” Su madre la miró fijamente.
Carmela sintió que el calor le subía al rostro “¡OH!” Fue lo único que pudo decir.
Hubo un largo silencio. Entonces su madre habló de nuevo. “Carmela, tu padre y yo te hemos pedido que no vayas a la cafetería después de clases a menos que te demos permiso. Y si te entendí correctamente, tú dijiste que la razón por la que llegaste tarde, fue porque estabas en la escuela conversando con el Sr. Evert acerca del examen de historia.”
Carmela levantó la mirada con enfado. “¡Pero esto no es justo! Todos los chicos van a la cafetería después de clases.”
“Realmente no puedo contestarte acerca de esto,” contestó su madre. “Pero tendré que decirte que se te pondrán restricciones en tus actividades la próxima semana. Has desobedecido y también has mentido, y debes ser castigada.”
Este no fue un buen fin, ¿cierto? Pero, sabes que el final pudo haber sido diferente.
Volvamos al párrafo que comienza así: “En su habitación, Carmela prendió el radio,” y sustituyamos sólo por el sigue:
En su habitación, Carmela prendió el radio, pero esto no pudo silenciar la voz de su conciencia. Desobedeciste a tu mamá, seguía diciéndole y, además, le dijiste una mentira. Carmela sabía que esto era ver-dad. Sabía que era malo. No importaba si todas las demás chicas podían ir a la cafetería. Lo que importaba era que a ella se le había prohibido ir, y ella lo había hecho de todos modos, y luego para encubrirlo, dijo una mentira.
Repentinamente ella lo sentía. Sabía que sus acciones entristecerían a sus padres, pero aun peor que eso, era cómo Dios se sentía. Se arrodilló lentamente delante de la cama. “Querido Dios,” oró ella, “he desobedecido y he mentido, pero lo siento, Señor, y quiero que me perdones. Por favor, perdóname. Voy a decirle a mamá lo que hice, y pedirle que me perdone.”
Se escuchó un leve toque en la puerta y entró su madre. “Carmela, era el Sr. Arcillo de la cafetería.” Entonces notó que Carmela estaba de rodillas delante de su cama, con su cara bañada en lágrimas. “¿Por qué . . . Carmela . . . ?”
Carmela se levantó, y se paró frente a su madre con la cabeza inclinada. “Mamá, quiero pedirte perdón. Te mentí. No estaba hablando con el Sr. Evert después de clases. Yo fui a la cafetería. Pero me he sentido culpable después de esto, que tuve que orar. Le dije a Dios que lo sentía, pero quiero que me perdones tú también.”
Su madre la abrazó cariñosamente. “Querida, siento mucho que hayas desobedecido. Eso me hace sentir triste, por supuesto, pero me alegro que tu corazón está abierto a la corrección de Dios. Y por supuesto, yo te perdono.”
Este segundo final tiene otro sentir, ¿no es así? Todos debemos aprender que si hacemos mal y no nos arrepentimos, seremos juzgados por ese mal y seremos castigados. Pero si nos volvemos a Dios, Él nos perdonará.
Hace mucho tiempo atrás, los hombres eran tan malos que Dios decidió destruir la tierra con un gran diluvio. Noé, un hombre de Dios, construyó un arca para aquellos que obedecerían a Dios. Pero sólo Noé y su familia hicieron caso a la advertencia de Dios. Fueron los únicos en escapar el castigo que Dios envió sobre aquellas personas que se negaron a creer en Su Palabra.
Hoy en día vemos una gran cantidad de cosas feas que suceden a nuestro alrededor, al igual que antes del diluvio. Las personas están haciendo cosas que saben que son malas, pensando sólo en ellos mismas. Se están olvidando de Dios. ¡Él no es importante en sus vidas, y hacen caso omiso del hecho de que Él está en control de todo! ¡Dios no pudo soportar la maldad y el pecado en el tiempo de Noé, y Dios siente lo mismo hoy en día!
Dios les ofrece la oportunidad a todos para escapar el castigo que viene por el pecado. Podemos leer esta advertencia en la Biblia, pero algunas personas no escuchan. Dios dice que si nos arrepentimos y le invitamos a entrar en nuestros corazones, Él nos perdonará. Así como Noé y su familia fueron librados, nosotros también escaparemos del otro tiempo de castigo que vendrá sobre el mundo. Antes de ese tiempo Jesús vendrá por aquellos que han sido perdonados. El Cielo serán su morada eterna. Luego, Dios enviará el castigo sobre los que quedan en la tierra.
La Palabra de Dios es verdad. ¿Recibirás juicio y castigo, o perdón y el Cielo?

ACTIVIDAD DE LECCIÓN: Un Medio de Escape