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Enfrentarse a la Consecuencia

Currículo
Respuesta para Estudiantes
126
TEXTO: Mateo 5:38-48; Romanos 12:17-21

Alfonso se metió en problemas por sí mismo, y no fue muy divertido enfrentarse a la consecuencia.

ALFONSO SE SENTÓ EN LA OFICINA con sus brazos cruzados, esperando que el Sr. Ibarra, el director, regresará. El minutero del gran reloj en la pared se movía metódicamente. Casi la una en punto. Alfonso suspiró disgustadamente y miró la punta raspada de su zapato de tenis. ¿Cómo se metió en este desorden de todas maneras? Eso sí que no parecía justo. Manuel fue el quién lo había empezado todo y ¿dónde estaba él? En el gimnasio como todos los demás en la clase de Educación Física. Alfonso fue el único que fue atrapado.
Alfonso y Manuel nunca habían sido realmente amigos. Incluso, desde el empiezo de la educación media lo contrario era verdadera. Parecía que ellos estaban siempre en una posición de estar uno contra del otro. Ellos eran los dos mejores jugadores de baloncesto en su clase de Educación Física, así que siempre competían en equipos diferentes. Ellos habían sido rivales en el concurso de deletrear el año anterior. Y por los últimos tres años ellos habían estado en las mismas clases competiendo para obtener las mejores calificaciones, los más amigos, y captar la atención de los maestros. ¡Ahora esto!

VERSO CLAVE: Amaré aún a mis enemigos.
Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen. — Mateo 5:44

Alfonso pensó atrás a cómo había sucedido todo esto. El día antes del problema, después que tocó la campana para el almuerzo, los chicos estaban conversando y riéndose mientras entraban en el salón de comer. Alfonso y Manuel ambos estaban en fila para recibir una hamburguesa. Aun que no se habían dirigido la palabra. Alfonso notó a Manuel mirándolo en cierta manera con sus ojos.
El maestro de turno, el Sr. Juan Carlos, llegó tarde así que había más ruido en el salón que lo normalmente. Justo antes que Alfonso se sentara, Manuel le quitó la silla. ¡ Alfonso se sentó, y cayó al piso! Todos en el salón se rieron mientras Alfonso se quedaba sentado sobre el piso, enrojecido de vergüenza, con su hamburguesa tirada en el suelo a su lado y su leche malteada derramada por todos sus pantalones. Él no tuvo que voltearse para saber quién le había hecho esto. ¡Manuel! Él crujió sus dientes. Parándose lentamente, él vio a su alrededor; Manuel se había desaparecido entre la multitud, y el Sr. Juan Carlos estaba llegado a la escena, queriendo saber qué sucedía. Alfonso hervía con enojo por dentro, pero no había nada que él pudiera hacer en ese momento. Él se pasó la tarde pensando en las formas en que él podía vengarse de Manuel.
Hoy día, Alfonso implementó su plan. Él se aseguró de llegar a su primera clase temprano, y se escondió en una esquina. Mientras Manuel se dirigía a su asiento, Alfonso sacó su pie ¡y Manuel se tropezó! Sus libros volaron por dondequiera, pero esta vez no hubo risa. En la puerta estaba parado el Sr. Tomasín, el profesor, mirando a Alfonso.
Así que, aquí estaba sentado Alfonso, esperando al director de la escuela, la primera vez desde que empezó la escuela.
La puerta se abrió un poco más y el Sr. Ibarra entró. Cuando se sentaba en su escritorio él miraba a Alfonso.
“Bien, Alfonso, ¿cuál es el problema entre tú y Manuel?” La mirada triste de Alfonso y su carencia de respuesta lo obligaron a continuar. “Yo estoy dispuesto a escuchar cuando estés listo para hablar.”
Alfonso pateó a nada en el suelo y se movía molestamente en su asiento. El Sr. Ibarra estaba esperando alguna respuesta de su parte, pero . . . ¿qué decir?
“No parece que tienes algo que decir, Alfonso,” empezó el Sr. Ibarra, “pero yo sí, según lo que me dijo el Señor Tomasín, tú trataste excusarte culpando a Manuel. Pero no hay ninguna excusa por las acciones, que pueden resultar hiriendo a alguien. Por supuesto, no estamos excluyendo a Manuel tampoco.”
“De cualquier forma, porque esta es tu primera falta, no enviaremos una queja a tus padres o tomaremos otra acción de disciplina. Pero sí, te vamos a pedir que te disculpes con Manuel. ¿Harás eso, Alfonso?”
Alfonso asentó con la cabeza, aliviado de que sus padres no se dieran cuenta de lo que él había hecho. Y él estaba realmente feliz en su interior de que su furia no haya causado que Manuel se quebrara el brazo o recibiera otro daño.
*  *  *  *  *
Si Alfonso hubiese sido un cristiano, ¿cómo hubiera tratado esta situación con Manuel? ¿Cómo tratarías tú una situación como esta?

ACTIVIDAD DE LECCIÓN: Sacado de Romanos