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Deslizándose Hacia la Eternidad

Currículo
Respuesta para Estudiantes
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TEXTO: Lucas 10:25-37

La camioneta se deslizaba hacia el muro de la carretera. Xavier parecía estar deslizándose hacia la eternidad.

LA LLUVIA CAÍA a cántaros mientras Xavier y su familia conducían a casa de la Iglesia. Su papá tuvo dificultad en ver bien a través del parabrisas empapado, así que ellos iniciaron su marcha lentamente subiendo el espacio montañoso en la oscuridad.
Xavier pensaba profundamente en el sermón que habían escuchado esa noche. El tema fue amar a su prójimo como a sí mismo, y el ministro usó el ejemplo que Jesús contó, El Buen Samaritano. Las palabras de Jesús hacían eco en la mente de Xavier: “Ve, y haz tú lo mismo.”
Justo entonces, la hermana de Xavier gritó. Él levantó la vista y vio las luces de un carro que estaba conduciendo salvajemente hacia ellos. Su padre rápidamente esquivó para evitar golpear el vehículo que venía y luego luchó por enderezar el carro al camino curvado. Las llantas se resbalaban en el pavimento mojado y la camioneta se resbaló de lado hacia el muro de la carretera. Lo último que recordó Xavier fue a sus padres orando mientras ellos iban sobre el borde en la oscuridad.
Xavier abrió sus ojos a una vista sorprendente. Él vio a miles de personas paradas delante de un Trono, y sobre el Trono se hallaba sentada una persona muy maravillosa de describirla. Mientras Xavier miraba, él notaba que las personas eran separadas una por una en dos grupos.

VERSO CLAVE: Jesús me ayuda a amar a todos.
Amarás a tu prójimo como a ti mismo. — Marcos 12:31

¡Estoy muerto, pensó, y este es el Juicio Final!
Una mano le tocó en el hombro y Xavier se volteó para ver la figura brillante de un ángel con una cara amorosa.
“Xavier, trece años de edad” empezó el ángel, “¿cómo has consumido tu corta vida?”
Xavier, de pie, no le salía ni una palabra.
El ángel continuó: “Ha llegado tu hora de pararte enfrente del Trono. ¿Puedes responder que has amado al Señor con todo tu corazón, mente, cuerpo, alma, y fuerzas?”
Xavier sabía que él había orado y era realmente salvo mucho antes que pasara el accidente así que él se tranquilizó un poco y respondió: “Sí.”
El ángel se acercó un poco y miró fijamente a los ojos de Xavier. Su voz era seria mientras él hacía una pregunta más. “¿Y has amado a tu prójimo como a ti mismo?”
Preguntas empezaron a surgir en la mente de Xavier como ellos habían escuchado el sermón esa noche. Él empezó a pensar en su familia y sus amigos en la iglesia y en la escuela. Él sabía que los había tratado como él quería ser tratado.
“Creo que sí.”
El ángel miró a Xavier por un largo momento, luego dijo: “¿Y qué acerca del niño de la Escuela Dominical que camina a los cultos de la noche y siempre se sienta al lado del cuarto? Él luce tan solitario y nunca habla en clase. Nadie le habla, excepto algunos adultos. ¿Es él tu prójimo, Xavier?”
Xavier se miró asustado. “Bien, supongo que él es, en alguna forma.”
“¿Y qué del muchacho que vive en la casa vieja de la esquina? Su padre es inhabilitado,” el ángel continuó. “¿Lo recuerdas? Él es el que siempre se queda fuera del grupo porque él no tiene una bicicleta como los demás chicos. Sólo la semana pasada, Andrés dijo que no lo invitaran a él porque él no podía mantenerse con el resto de ustedes. ¿Cómo respondiste, Xavier? ¿Es él tu prójimo?”
Xavier asentó su cabeza en acuerdo. “Sí.”
“¿Y qué de la viejita quien vive al cruzar la calle? Ella necesita a alguien que le hable para llenar las horas de soledad, pero nadie tiene el tiempo. Tú haz notado en días soleados como ella se para en el portón y mira a todos los que pasan. ¿Es ella tu prójimo, Xavier?”
Otra vez Xavier asentó su cabeza de nuevo. “Sí, ella es. Y tú no tienes que continuar. Ahora me doy cuenta que he descuidado a aquellos que Jesús quiere que les demuestre amor. Oh, cuanto deseo haber pensado en ayudarlos antes.”
Cuando él escuchó su nombre llamar, Xavier se volteó hacia el Trono.
“¡Xavier! ¡ Xavier! ¿Puedes escucharnos?” Las voces de sus padres parecían venir de una distancia. Sintiendo como que si él estuviera despertándose de un sueño, Xavier lentamente abrió sus ojos.
“¡Papá, Mamá! ¿Qué pasó? ¿Dónde estoy? ¿Estoy vivo?”
El rostro de su padre fue enfocado. “Sí, gracias a Dios tú estas vivo. Esto es un milagro. Dos árboles nos detuvieron para no caer dentro del cañón. Debiste haberte golpeado la cabeza porque has estado inconsciente por un corto tiempo.”
Entonces no estaba realmente en el Juicio, Xavier pensó. Debí haber estado soñando. Pero ¡me alegro de haberlo tenido! He aprendido una lección importante. Yo ahora comprendo lo que significa amar a mi prójimo como a mí mismo.

ACTIVIDAD DE LECCIÓN: ¿Quién Es Tu Prójimo?