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Un Futuro Seguro

Currículo
Respuesta para Estudiantes
91
TEXTO: Filipenses 3:7-15

La Sra. García había aprendido el secreto de tener un futuro seguro.

“MAMÁ, CUÉNTAME DE NUEVO cómo era cuando Papá estaba con nosotros.” Anita de seis años colocó su mano en el brazo de su madre. La Sra. García colgó la toalla para secar los platos y ambas fueron a la sala donde Roberto y David estaban haciendo sus tareas.
“¿Qué parte quieres escuchar, Anita?”
“Cuéntame acerca de una noche como esta noche, cuando la cena ya había terminado, pero yo no me había ido a la cama todavía.”
Mirando el atardecer en el verano a través de la ventana la Sra. García dijo suavemente: “Eras muy pequeña, todavía no tenías ni dos años. Ese era tu tiempo especial con Papá. Él solía llevarte a caminar o a jugar con él mientras tus hermanos y yo hacíamos los quehaceres. Cuando los platos ya estaban lavados y alzados, él te traía donde yo estaba y luego ayudaba a tus hermanos a hacer sus tareas, mientras yo te alistaba para que te acostaras.
“¿Tenía tarea David?” Anita preguntó, mirando a su hermano de 10 años.
“Sí, David estaba en el primer grado y estaba aprendiendo a leer, así como tú estas ahora. Papá estaba orgulloso de él porque su hijo aprendió a leer muy rápido.”
“¿Cuántos años tenía Roberto en ese entonces Mamá?”
La Sra. García pensó por un minuto. “Él tenía diez años, igual que David ahora. Él tenía mucha tarea que Papa le ayudó a hacer, especialmente las matemáticas.” Ella le sonrió a Roberto mientras él levantaba su vista de su tarea.

VERSO CLAVE: Dios dirigirá mi futuro.
Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas. — Proverbios 3:6

“Aun recuerdo el día que el jefe de Papá vino y nos dio las noticias de la caída del avión,” dijo Roberto. “Recuerdo qué blanca te pusiste y cómo lloraste. Pero luego dijiste: ‘Gracias Dios, por prepararme para esto.’ Dile a Anita y a David por qué dijiste eso, Mamá. Creo que ellos deben saberlo.”
Tomando la mano de Anita, la Sra. García se quedó callada por un momento. Luego comenzó: “Cuando Papá y yo nos casamos le pedimos a Dios que nos diera un hogar feliz. Le prometimos servirle con todo nuestro corazón y enseñarles a nuestros hijos a amarlo a Él también. Cuando cada uno de ustedes nació, le pedimos a Dios que los ayudara a crecer y a vivir para Él. No teníamos idea de lo que iba a suceder en el futuro, pero oramos juntos y le pedíamos a Dios que nos cuidara cada día, y que nos ayudara a vivir para Él todos los días.
“El día antes que Papá regresara de su viaje de negocios, le hablé a Jesús acerca de un dinero extra porque necesitábamos hacer pagos. De repente, en mi corazón pude escuchar las palabras: ‘Yo cuidaré de ti, Marta.’ Eso fue todo—pero sabía que Dios lo había dicho. No podía esperar que Papá regresara para poder decírselo. Pensé que las palabras querían decir que el problema del dinero estaría resuelto. Pero el próximo día fue el día en que Papá murió en el accidente del avión. Luego comprendí que Dios cuidaría de nosotros cuando Papá se fuera.”
“¿Por qué no cuidó Dios a Papá? Anita preguntó.” “Él lo hizo,” su madre respondió dulcemente. “Él tenía un plan para Papá, y Papá sometió su vida a la voluntad de Dios. Él sabía que cualquier cosa que le pasara era lo mejor de Dios.”
“Y el Señor nos ha cuidado a  nosotros también. Tenemos todas las cosas que necesitamos, aunque no siempre obtengamos todo lo que queramos. Estoy segura que cada uno de ustedes puede recordar un momento especial cuando Jesús estuvo ahí para ayudar.”
“Bueno,” Roberto habló, “Yo sé que la matemática no se pone más fácil, pero cuando estoy confundido en un problema difícil, sólo le pido a Jesús que me ayude a entenderlo—y Él me ayuda.”
“Mamá, a veces cuando me metes en la cama y apagas la luz, acostada ahí sola en la oscuridad me siento con miedo,” dijo Anita. “Luego digo la parte de ‘Ahora que me acuesto’ de nuevo, donde dice ‘Guárdame segura a través de la noche, y guárdame hasta que amanezca,’ y Jesús me ayuda a dormir tranquilamente.”
“Yo de seguro no me he olvidado de la vez en el río,” David añadió, “cuando el bote se volcó y yo caí al agua; ¡Y yo no sabía nadar! Justo cuando pensé que no estaría a salvo, ahí estaba un tronco para que yo lo agarrara.”
La Sra. García miró a sus hijos con una sonrisa, aunque habían lágrimas en sus ojos. “Estoy muy feliz de que Papá y yo le hayamos pedido al Señor que cuidara de nosotros. Es tan fácil confiar en Dios en los momentos difíciles si tú ya le has dado tu corazón y le has pedido que cuide del futuro.”
* * * * *
La Sra. García y sus hijos han aprendido una lección valiosa—cuan importante es para nosotros colocarnos a la disposición de Dios. El apóstol Pablo dijo que presentemos nuestros cuerpos “en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios” (Romanos 12:1). Si lo hacemos, podemos asegurarnos de que Él dirigirá nuestro futuro.

ACTIVIDAD DE LECCIÓN: ¿Qué es lo Próximo?