FOREIGN LANGUAGES

El Renacimiento

Doctrinas

¿Eres Cristiano? Es sumamente importante saberlo. Ser miembro de una iglesia es honorable, y hacer el bien es digno de alabanza. Pero todavía se mantiene la pregunta de la búsqueda del alma: ¿Realmente eres un Cristiano renacido? Jesús dijo: “El que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3).

Un Cristiano renacido es aquel que se entrega completamente a Cristo. Esto es necesario para heredar la vida eterna. Cuando Jesús le dijo a Nicodemo que necesitaba nacer de nuevo, Nicodemo no comprendió. Entonces Jesús utilizó la ilustración del viento. Aunque nosotros no comprendemos completamente cómo o por qué sopla, sabemos que sopla, y podemos ver su efecto. Así es cuando una persona renace. No podemos comprender cómo sucede, pero vemos y sentimos los resultados.

Muchas personas que afirman ser Cristianas son ignorantes a este renacimiento, mientras que otras tratan de recibirlo a su manera. No se puede ser obtenido haciendo el bien, uniéndose a una organización religiosa, o meramente dando vuelta a una página nueva. Hace falta un corazón arrepentido, un lamento sincero por los pecados que se han cometido, y alejarse del pecado. Entonces, mediante la fe uno debe alcanzar a Dios para obtener misericordia y perdón, y aceptar Su promesa de salvación. Uno puede saber personalmente qué significa ser nacido de nuevo. Una oración como la que el publicano oró: “Dios, sé propicio a mí, pecador”, traerá el perdón del Señor. La Biblia dice que el publicano fue justificado (Lucas 18:13-14).

Algunos pueden pensar que sólo han cometido pecados pequeños y que no necesitan ser justificados. Ya que Adán y Eva desobedecieron a Dios en el huerto de Edén, toda la familia humana se convirtió en pecadora a través del nacimiento, y por ello, necesita arrepentirse. Sin embargo, Dios proporcionó el plan de modo que todos podamos ser salvados. Jesús, Hijo de Dios, murió en nuestro lugar para que podamos tener el perdón de nuestros pecados por medio de Su Sangre (Colosenses 1:14).

Por la muerte de Cristo, cada persona tiene la oportunidad de ser perdonada. Ninguno es retenido bajo el cautiverio del pecado y la condena sin una oportunidad para convertirse en un hijo de Dios. Nadie sirve a Satanás porque no tiene el poder de elegir. Jesús derramó Su Sangre para que todos puedan ser perdonados.

La brecha entre el pecador y el Salvador tiene que ser cruzada mediante la fe en Dios. La fe cree en lo que Dios dice. En Hebreos 11:6 leemos: “Es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”. Jesús dijo: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). Por medio de la fe, una persona puede alcanzar y experimentar la gracia salvadora a través del poder redentor de Cristo.

El primer paso hacia el perdón es darse cuenta de que lo necesitas. La Biblia dice que todos hemos pecado. “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:8-9). Muchos piensan que son muy débiles para vencer al pecado. En su propio poder sí lo son, pero cuando uno renace, su vida cambia. Dios le da el poder para obtener la victoria sobre el pecado. Entonces, se puede decir como Pablo el Apóstol: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” (Romanos 8:1).

Cuando te arrepientes y le pides a Dios que te perdone, “el Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios” (Romanos 8:16). Sabrás que has sido perdonado. La paz, la alegría y el amor de Dios llenarán tu corazón y sentirás una amistad sagrada con Él. A medida que continúes viviendo según la voluntad de Dios, tu vida será un testimonio de que eres un discípulo del Señor Jesucristo.

Muchos fueron derrotados cuando llegaron a Dios y fue como ver un retrato a la desesperación. Algunos se encontraban sin esperanza unidos al crimen, a la inmoralidad, a las drogas o al alcohol. Pero Dios los liberó instantáneamente. Hasta su semblante cambió cuando se arrepintieron con un corazón honesto. Otros eran tan justos por sí mismos, tan orgullosos, tan morales y tan amables que no vieron su necesidad de salvación. A pesar de eso, cuando estos justos por sí mismos se dieron cuenta de su necesidad y se arrepintieron, Dios realizó un gran cambio en sus vidas también.

Mientras la mayoría de las personas se salvan en la iglesia, tú puedes salvarte en cualquier sitio. Hay personas que han sido salvadas en sus casas, solas en los bosques, o caminando entre una multitud. Otros se han arrodillado en la celda de una prisión. Dios solamente requiere un corazón honesto. “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” (Hechos 2:21).

No pienses que te has perdido muy lejos en el pecado para poder recibir esta salvación. Cualquiera que sea tu condición, Jesús es capaz de salvarte y está ansioso por hacerlo. Él dice: “Y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Apocalipsis 22:17). En lugar de las palabras “el que quiera”, puedes escribir tu nombre.

Si deseas ser salvado, Dios nunca te rechazará. Jesús dice: “Y al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37). Todo lo que tienes que hacer es cumplir con las condiciones que Dios ha dejado en Su Palabra. Ora con un corazón honesto: “Señor, soy pecador y necesito perdón. Ten piedad de mí y Te serviré el resto de mi vida”. Una oración sincera como esa recibirá una respuesta. Cuando recibas esta experiencia del renacimiento, tu nombre será escrito en el Cielo, y tendrás la esperanza de vida eterna.

¿Quieres ahora invocar a Dios? “Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestro corazón” (Salmo 95:7-8). Invítalo a tu corazón y encuentra el perdón.